miércoles, 30 de octubre de 2013

Reflexiones de Otoño

Cuando suena el despertador...en Otoño.

Miro por la ventana que está cubierta por un leve fina capa de vaho y observo la vista del Otoño. Aparecen múltiples colores marrones, naranjas, rojos, verdes amarillentos, porque preferimos a tu hermana primavera?

A través de la ventana te miro y te oigo..

Caen las hojas formando una silueta  divertida en el suelo, pasa la mujer anciana en busca de sus quehaceres diarios dejándose abrazar por la leve brisa.
Aparece una abuela con sus nietos de la mano, mientras ellos se empujan, gritan, juegan, e intentar liberarse de las seguras y profundas manos de su abuela. Ella está enfadada porque de nuevo van tarde al colegio. Pero a su vez juega con ellos, porque para ella esos momentos rutinarios mañaneros con sus pequeños es lo que le da fuerza en su día a día, desde la muerte de su inseparable Antonio. Al girar la esquina a su vez, ya va pensando en lo que tiene que comprar en la pescadería, para darle a los chicos el pescado que más le gusta en el almuerzo.
Dos jóvenes estudiantes pasan rápido memorizando un examen que tienen a primera hora, desabrigados desafiando al frío mañanero.
Un hombre deportista pasa dispuesto a realizar su carrera matutina, con auriculares puestos mezclando marchas de semana santa y carnavales.Pasa una mujer bonita,se detiene,la mira ,ella le sonríe,y solo con ese gesto él comienza la carrera dispuesto a comerse el mundo.
Abro la ventana y el otoño me saluda como él solo sabe, mediante ese saludo en forma de golpe de brisa mañanera otoñal en la cara, que en Sevilla esto no es frío es "fresquito".
Me envuelven sonidos de golondrinas, niños caminos del colegio, hombres y mujeres en busca de su colegio particular..y sobre todo el sonido de los arboles moverse a un ritmo suave y acompasado que ya deseara la mismísima cuadrilla de San Gonzalo.

Y es cuando al cerrar la ventana, todavía en el calorcito que se mantiene en la habitación debido a la noche, recuerdo que...

Otoño tiene el tacto de las mantas finas pero calientes y suficientes, de los primeros abrigos, de la piel de tu pareja en las típicas noches de pelis y chuches.
Tiene el sabor de las castañas, de las primeras migas en mi pueblo, de los apresurados mantecados que llegan debido a múltiples viajes universitarios y escolares.
Tiene el olfato, de tierra mojada por la primeriza lluvia, de chocolate en las tardes de estudios por los primeros exámenes.


Y sobre todo tiene...días cortos pero intensos, noches largas y bohemias.








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